Lo mejor de la derrota
A los derrotados: todos nosotros.
Mataron lo que había.
No dejaron nada,
nada dejaron los traidores
-ni pequeñas gotas de esperanza
que sirvieran de rocío
a los más optimistas corazones-
Y no hubo vítores a los héroes.
Y no hubo alabanzas a los guerreros victoriosos
-ellos, los que ganaron-
Fue un acto silencioso,
porque un atisbo de lucidez
e inteligencia
les hizo comprender que,
para seguir matando,
ya sólo podían aniquilarse entre ellos.